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Alapryles y Diablitos

La Bella Easo. (RDF)

La Bella Easo. (RDF)

A la magdalena la posan sobre un trozo de papel. Luego la envuelven en un plástico individual; la acomodan al lado de otra magdalena, idéntico papel, idéntico plástico individual. Y la empapelan de nuevo, junto a su compañera. Más plástico. Las colocan a las dos juntitas, con otras parejas, sobre una bandeja que ¡oh, sorpresa!: también irá recubierta de plástico. Papel y plástico elevado a la cuarta potencia para un simple desayuno. Tanto envoltorio es como leer a Arturo Pérez-Reverte: innecesario. A mí, además de innecesario, me resulta incómodo, y últimamente me da miedo. En serio. Tengo la impresión de que la Naturaleza, como un ojo que todo lo ve, me está apuntando en la cuenta todos mis crímenes ecológicos, que no son pocos, y un día me las va a cobrar. Va a esperar a que yo esté tirada sobre los callaos de la playa de mi pueblo y me va a mandar un tsunami, sólo para mí, derechito a mis costillas, por derrochona. O cuando esté ahí, tranquilita, flotando en el Caletón, le ordenará a una súper medusa mutante que me ataque y me convierta en una roncha viviente.

- ¡¡Perdóname, Naturaleza, que yo soy buena piba, y uso el transporte público y eso!!

- ¡¡Ni de coña!! ¡¡Que sé que bajas a currar en el tranvía porque no tienes carné, culo-coche!! ¡¡Y nunca apagas el ordenador, todo el día con el Emule!! Y lo peor de todo, ¡¡comes magdalenas súper envueltas!! ¡¡Ataque Medusa!!

Y será el fin de mis gloriosos días. Moriré sin alcanzar el éxito que, como todos sabemos, merezco, partida en dos por una ola o enronchada por una medusa mutante. Creo que es mejor poner fin a mi romance con la Bella Easo.

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