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Alapryles y Diablitos

He visto cosas...

He visto cosas...

Imagínense que escribo un libro. Ya sé que les costará, pero hagan un esfuerzo y piensen por un momento que soy capaz de hilar más de quince líneas en Times New Roman a cuerpo diez. Ya puestos en situación, imaginen también que el libro tiene una dosis considerable de carga moral, una buena historia y resulta entretenido hasta el punto de convertirse, para mi sorpresa (y la de todos) en una obra de culto para miles de personas. Ahora inclúyanse en este grupo de seguidores acérrimos de mi obra (si este ejercicio les resulta ya extremadamente difícil supongan que no lo escribo yo, sino alguien que sepa). Una vez en este punto, supongamos que hasta yo me lo creo. Mi libro se está vendiendo muy bien, pero sólo lo compran los frikis (con perdón), así que decido sacar una nueva versión, en tapa dura, acompañada de un CD que explica detalladamente los pasajes más complejos de mi obra. Con esto se lo sigo vendiendo a los frikis que lo adoran, y que no podrían dormir tranquilos si no tuvieran esta edición, al tiempo que me acerco al gran público. A los pocos meses se me ocurre que la novela quedaría mejor ilustrada, así que saco otra; esta vez se la engancho a los frikis, a los que compraron la edición con CD (no pudieron resistirlo y cayeron rendidos a mi genialidad creadora) y a los que les gusta cómo dibuja el ilustrador elegido. Mi editor se pica, y edita su versión de mi novela; yo, claro está, la declaro ‘no autorizada’ y saco otra que incluye los párrafos que me eliminaron en la primera. Y la vuelvo a vender. Ya hace cinco años de la primera edición, así que hay que celebrarlo, sacando otra que contenga las dos primeras versiones, y la versión de la autora ¡no pueden no tenerla! Es un poco cara, pero ya que tienen todas las demás… A estas alturas, el CD está obsoleto, así que, para dar más calidad a mis lectores y para cambiar los muebles de mi salón y mi cocina, sale el CD de la segunda edición en otro formato y con DOS palabras que no estaban en el otro. Y a poner la mano.

Pues bien. Eso (más o menos) es lo que está pasando con Blade Runner. Tengo que confesar, aunque más de uno se retuerza al leerlo, que es una película que me gusta, mucho, además, pero no creo que sea para tanto. Ya hay seis versiones, seis, y la séptima la estrenan ahora en La Mostra de Venecia. Si es usted uno de esos sicópatas que, pese a que sólo una de esas versiones está en DVD, las tiene todas (conozco un caso, en serio), mírese eso. Para mi gusto le están tomando el pelo.

3 comentarios

El Señor -

La idea sería terrorífica si estos ojos míos (y de los gusanos del futuro, perdona esposa) no la hubieran visto ya... Pardiez

Cuinpar -

Los verdaderos frikis (con perdón) sueñan con Darth Vader vestido de Hello Kitty...

El Señor -

¿Cómo contradecirte en nada, oh, mi Amada? A mí también me irrita un poco lo de "la versión de la cuñada del director" con dos pelis en super-8 tomadas en la Primera Comunión de la vecina de Ridley Scott (el director de aquella de Russell Crowe). Ah, y también me parece que la peli es mítica, pero a mi pesar, jejeje. ¿Sueñan los frikis (con perdón) con espadas laser mutantes?