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Alapryles y Diablitos

Un calentamiento global...

Tenía ya elegido el sitio en el que iba a vivir, un enorme  piso en la planta baja de un edificio. Parecía fresquito, no le daba mucho el sol y, al ser un bajo absorbería mayor cantidad de humedad de la poca que había en el suelo. Empleé horas en la lectura de manuales de agricultura ecológica y ya conocía la manera más eficaz de tener un huertito que me abasteciera, sin usar mucho agua y reciclando la que pudiera. En marzo, cuando llegó el buen tiempo a esta bendita ciudad, yo dejé la estufa puesta. Al principio al mínimo, pero iba subiendo la temperatura a razón de un grado por mes. Tenía que acostumbrarme a esas temperaturas, cualquier precaución era poca, pero ahora resisto hasta 50ºC sin inmutarme. En ese mismo mes empecé a entrenarme en la piscina, me iba a ir bien, porque así acostumbraría a mi cuerpo a nadar mucho tiempo y largas distancias; podría incluso convertirse en mi único medio de transporte cuando me quedara sola y llegara la temporada de lluvias. Entonces se me ocurrió que podría fabricar algo que me permitiera guardar esa agua de lluvia para usarla, porque la que quedara en los embalses iba a estar llena de lodo, y yo para el agua soy muy fina. Recorté todas las fotos de los glaciares, para poder recordar cómo eran antes del cambio. Y ahora, de repente, tanto esfuerzo, tanta dedicación, tantos meses de estudio y entrenamiento para nada. Que dice Rajoy que dice su primo que es físico, que de cambio climático nanay, que nos dejemos de boberías, que si Paco Montesdeoca (ay, qué antigua) nos fastidió el fin de semana porque nos dijo que iba a hacer sol y cayó la más grande, que no podíamos permitir que unos señores nos arruinaran lo que nos quedaba aquí, porque decían que cada vez iba a hacer más calor y se derretiría todo y en realidad no.Pero no se indignen con estas palabras. No se lo tomen a mal y no se lo tengan en cuenta a don Mariano. Como dirían mis amigos de LAGENDA: “un calentamiento global lo tiene cualquiera”.

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