Blogia
Alapryles y Diablitos

¿Queremos saber?

¿Queremos saber? Leo en la prensa seria que una empresa americana financiada por google ofrece estudios de nuestro ADN por menos de 700 euros. Con una muestra de nuestra saliva podemos conocer qué posibilidades tenemos de sufrir ciertas enfermedades, además de otros datos más banales, como el grado de parentesco que tenemos con algunos famosos (de los que tendrán su ADN embotellado, deduzco). Y claro, con lo prosaica que me pongo a veces, no puedo evitar pensar que esta empresa viene a ser como una Aramís Fuster o una Pitonisa Lola cualquiera, sólo que en plan científico. En vez de leerte los posos del café, o el aura o lo que se tercie, te mandan a escupir en un bote (igual de cutre o más), sólo para decirte, con mayor o menor acierto, de qué te vas a morir. Porque, a ver, la Lola te puede decir: “te han puesto dos velas negras y te vas a morir a los treinta y dos atropellada por una guagua. Son doscientos euros.” Y ahí queda eso. Tú te lo crees, o no, pero siempre puedes ir pagándole regularmente a la pitonisa para que te limpie el aura, o te alinee los chacras o lo que sea habitual en esos casos, y por lo menos vives feliz y tranquila hasta que la palmas de cualquier otra cosa.Con los científicos estos, sin embargo, es bien distinto. Ellos te sueltan a bocajarro: “Tu ADN dice claramente que vas a tener un cáncer de esternocleidomastoideo, migrañas a partir de los cuarenta, esclerosis múltiple y un poquito de artrosis. Ah, y tu talasemia minor beta va a mutar a maior. Pero no te preocupes, aunque sean enfermedades crónicas sin cura conocida, no te vas a dar ni cuenta, porque también padecerás alzheimer.” Y ya está. Por 700 denarios, que te podías haber gastado en un viaje al Peloponeso, ahora tienes un montón de información que no quisieras saber y un montón de angustias que añadir a las dos o tres que ya te venían atormentando. Claro que, en mi caso, también serviría para comprobar que mi sorprendente parecido con Angelina Jolie no es producto de una cana al aire de la santa autora de mis días con John Voight, sino fruto de la naturaleza y de mi propio esfuerzo.

0 comentarios