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Alapryles y Diablitos

Libertad de expresión

Libertad de expresión

Les confieso que esta semana estuve a punto de escribir una columna de opinión de las de verdad, de esas que abren debate. Dentro de mis limitaciones, claro. Iba sobre la libertad de expresión, a cuenta de que ya hace un año del secuestro de "El Jueves" por la famosa portada de los príncipes, que por cierto, yo no terminé de enterarme nunca de si el pitote que se montó fue porque decían que el príncipe no había currado nunca ni tenía vísperas de hacerlo, porque los dibujaron desnudos, o por la postura sexual en concreto, que podía ser considerada vejatoria o qué sé yo. Iba a hablar también de las caricaturas de Mahoma, y de que al final fueron los católicos los que pusieron el grito en el cielo (risas, por favor) porque a su Jefe y a su gerente sí que los dibujaban, y hacían chistes y nadie decía ni pío.

Quería hacer un alegato a favor de la libertad de expresión, sin medias tintas. Por una vez iba a posicionarme, a ganarme enemistades y, quizás, algún aplauso, que de todo hay. Quería reivindicar el derecho de los creadores a manifestarse como lo consideraran oportuno, y a sacar a la palestra los temas y opiniones que normalmente se quedan en los corrillos de amigos, en las sobremesas de comidas copiosas o en los cafés de media tarde, por ser considerados de mal gusto. (No pensé que si se quedan en esos ámbitos puede deberse a que, por lo general, nuestro interlocutor sabrá interpretarlo de la manera apropiada, porque nos conoce, no como el lector anónimo, y no va a sentirse ofendido aunque nos metamos con su raza, su religión o su postura sexual favorita).

Iba a intercalar también, para predicar con el ejemplo, algún chiste sobre Madeleine McCaan, y otro sobre el Monstruo de Amsteteen. Llegado ese punto, colocaría estratégicamente un acertijo más viejo que mi abuela sobre las víctimas del terrorismo etarra, y si me ponía a pensar un poco, igual me salía alguno sobre la violencia de género, o sobre el último caso de pederastia. La libertad de expresión es lo primero, y en nombre del humor, que intenta ser la base de este espacio semanal, todo vale.

Al final, me decidí por esto que acaban de leer, que no es gracioso, vale. Pero es que con algunas cosas (sólo con algunas, afortunadamente) no se jode.

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