Por qué nos gusta House
Con las series de televisión pasa un poco igual que con las personas. Nos acostumbramos a ellas, a su ritmo, a sus manías, a sus defectos y a sus virtudes, a su manera de hablar; les tomamos un cariño casi patológico, ese que hace que sólo nosotros podamos hablar mal de ellas y que no permitamos bajo ningún concepto que nadie más le falte en nuestra presencia. Poco a poco, suele suceder que vamos cambiando, de hábitos, de ideas, de costumbres, y un día, nos damos cuenta de que hemos mandado a freír bogas a quien creíamos insustituible. Y que no lo llevamos nada mal. Entonces empieza otra vez el proceso. Hasta que volvemos a coincidir, y retomamos los ritmos, los hábitos, los horarios, el lenguaje, y todo vuelve a ser como era antes.
A mí eso me ha pasado infinitas veces. Con las personas y con las series: con cada parón de ‘Lost’, con el relleno de ‘Naruto’, con los finales de temporada de ‘Prison Break’ (hasta nuestra ruptura definitiva, que eso también pasa). La última ha sido con ‘House’, la serie, y a la vez con Greg House, el personaje. De repente recordé por qué fue durante una época mi serie favorita, por qué dejaba lo que estuviera haciendo para sumergirme en los pasillos del hospital y gritar hurras cada vez que acertaba un diagnóstico. Me gusta House porque es capaz de diagnosticar a un paciente sin pedirle que se quite la camisa, y sin auscultarlo siquiera. Porque se permite el lujo de no hablarle más que lo estrictamente necesario, que suele ser bien poco. Porque no se pone la bata, no sea que se den cuenta de que es médico y lo hagan trabajar; porque toca el piano en la soledad de su piso. Porque en algún punto yo quisiera ser como él. Quisiera ser brillante en lo mío (sea lo que sea), vestirme como más cómodo me resulte siempre y trabajar cuando me dé la santa gana. Responder todo el rato con ironías y no necesitar a nadie. Tener siempre la razón.
Me pasó algo parecido en mi adolescencia con Fox Mulder, pero esa es una etapa superada. Mulder decía "La verdad está ahí fuera". House ha demostrado que no, que la verdad la tenemos dentro, bien adentro, y que si él no interviene nos vamos a morir. Un fiel reflejo de este tiempo en el que nos ha tocado vivir, en el que tu adorable vecino puede ser una bestia parda, en el que todos escondemos algo jodido dentro, en el que una tosecita puede ser el indicio de un cáncer mayor.
3 comentarios
Lupe -
¿Más quieres?
Hello Kitty -
BroderYon -
Besos al cubo.