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Alapryles y Diablitos

Dios los cría...

Aunque pueda resultar monotemática, voy a repetirles una vez más, sobre todo para aquellos infelices que es la primera vez que se acercan a estas líneas, que soy una antisocial. No me gustan las personas (los perros sí). Los desconocidos menos. Pero es inevitable, por lo menos hasta que el euromillones o algo por el estilo caiga en sus legítimas manos, es decir, las mías, que tenga que relacionarme con seres humanos, mirándolos a la cara y, en ocasiones ¡oh, horror de los horrores! incluso hablando con ellos (por si fuera poco, tienen la fea costumbre de pronunciar las palabras, nada de escribirlas y aguardar pacientemente una respuesta por la misma vía).

Hace cosa de un mes, me ofrecieron un nuevo empleo que podría compaginar con el que tengo ahora y obviamente, como la cosa está tan malita acepté. No sólo por la pasta, que también, sino porque era la ocupación ideal para una peleadora con ínfulas de eremita y anacoreta (salvando lo de la penitencia, que no es lo mío). El curro en cuestión consistía en escribir de vez en cuando en una página web. ¿Se lo imaginan? Yo ahí, en mi casita, o en la terraza de un bar con mi iPod puesto, teclea que teclea, sin necesidad de relacionarme con nadie, salvo por un par de correos electrónicos cruzados. Estaba a un paso del éxtasis.

Pero resulta que el resto de mis compañeros parece que no entendieron el concepto, o algo, porque a las dos semanas ya estaban quedando para debatir cosas y resolver dudas cara a cara, los muy arcaicos. ¡Cara a cara! ¡Como en la Edad Media, o en los años ochenta, cuando no había e-mail! Ni sosa ni pérezcorta, me presenté en la reunión, para decirles por las bravas que se quedaran bien con mi cara porque era la última vez que la iban a ver, y que qué clase de entes cibernéticos eran ellos que no podían comunicarse con ceros y unos, y que, por favor, me dejaran vivir con alegría, que siguieran ellos jugando a las reunioncitas, que yo me iba a hablar por el messenger un rato, y a actualizar mi perfil de Facebook.

Pero los muy cabritos sospechaban algo, seguro. Creo que había un plan para hacerme tragar mis palabras antes de haberlas pronunciado. Salí de allí con dos series nuevas debajo del brazo (30 Rock y The Big Bang Theory, absolutamente recomendables), una nueva teoría sobre el desenlace de Lost, y lo mejor de todo: un proyecto de tesis acerca de las similitudes entre en Doctor Manhatan y Doraemon.

Ay, los frikis, los pobre. Dios los cría, y la web los junta.

11 comentarios

Esther -

De nada ;-)

Lupe -

:)
Al hígado.

Alonso -

Doraemon es incomparable, inconfundible. Para mi es un icono y novita su ``hermano´´ es un símbolo para famosas como Victoria Beckham.¿Por qué? se preguntarán. Sencillo;tras 15 años emitiendose el maldito, descarado e ingrato no tiene ni una arruga, ningún vicio y peor aun:
¡ES TAN TONTO QUE NI SIQUIERA SE HA SACADO PRIMARIA!

PD: Saludos Lupe.
PD2: Para ti tambien yaya.

Cuinpar -

Claro, querido. Pero es que yo no tengo previsto viajar a Italia en los próximos... mmm... quince años. Y además tengo vértigo. :-p
Eso lo dices sólo porque tú ya conocías las series :-(

Alberto -

mmmm creo que no estuvimos en la misma reunión, porque yo llegué a casa con una perfecta guía de lugares recomendables de visitar en la zona norte de Italia. El "must" de Milán por ejemplo, es el tejado de la catedral.

Gracias a Francisco por la info y a mapoto por los refrescos :D

Cuinpar -

Broderyon, su comentario no será publicado.
la respuesta a la pregunta antispam es incorrecta.

BroderYon -

Secundo todo, incluso lo de The Big Bang Theory (en inglés subtitulado, por favor)

negro.

Cuinpar -

Doraemon no tiene pilila

Jose Frechín -

Doraemon es claramente más molón, para empezar es un semidios, él hace lo que puede, lo de la omnipotencia resulta muy pesado. Y para colmo no va enseñando "lo que cuelga" en las salas de cine.

Lupe -

Me da igual. Yo aquí vengo a hablar con tu sobrino.

La rubia -

Si es que te tengo dicho que te precipitas, deja de pensar antes de tiempo. ¿Ves? eso a mí no me pasa (lo de pensar, digo).