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Alapryles y Diablitos

Tengo celos.

El estado de euforia en el que se encuentra el país en estos últimos días en que la selección española de fútbol ha pasado por fin los cuartos de final de la Eurocopa contrasta con el mío de una manera tan evidente que me veo en la obligación de explicarlo. Mientras más de medio país anda entusiasmado y arrebatado por los resultados del equipo, yo vivo una tristeza silenciosa, una amargura contenida, porque me siento incomprendida, me siento más sola que nunca y es una espina que ahora que he descubierto me acompañará ya por siempre jamás del mundo y de la vida.  No es que a mí no me guste el fútbol. La verdad es que me da bastante igual, aunque reconozco que más que el juego en sí, a mí lo que me interesa es el resultado (parece ser que como a algunos entrenadores). Vaya, que yo prefiero ver los resúmenes que se hacen en los telediarios o enterarme de si el Real Betis Balompié de mis amores ganó leyendo la prensa que aguantar los noventa minutos que creo que dura un partido. No van por ahí los tiros de mi congoja.

El problema se parece más a una descompensación en la atención, en el querer. Celos, de los de toda la vida. Como cuando nos daba la impresión de que querían más a nuestro hermano pequeño, el orejón, que a nosotros (completamente falso, en mi caso. Yo soy la favorita). No entendíamos por qué ese hermano feote, pequeño y aburrido se llevaba todas las atenciones del mundo, por qué eran para él las celebraciones, las risas y los aplausos. Por qué a él le festejaban las palabrotas y los malos actos y a nosotros no. Ahora, pasada ya la edad de los celos fraternales, me asaltan los celos informativos. Son portada de periódicos y de revistas y abren noticieros señores disfrazados de rojo, envueltos en una bandera, con bombos y con trompetas. Los dejan bañarse en monumentos públicos y les celebran la ocurrencia. Los entrevistan, y se convierten por un momento en héroes de su barrio, por la cobertura mediática. Pero son tratados como personas normales. Nosotros, los que alguna vez nos hemos disfrazado para asistir a un estreno, los que hemos peleado en la calle con sables de luz para celebrar nuestro día, hemos sido relegados, invariablemente, a la sección de curiosidades, de bichos raros, de freaks.

Un poquito de justicia informativa ya, por favor.

3 comentarios

El Lerele -

A por elloooooos oé.....

El Señor -

...Soy tu padre, Luke!

grapeman -

vale ya, puedes venir a ver la final a caaasa