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Alapryles y Diablitos

¿Queda alguien en el feed ese?

Probando...

 

Ahora sí

Alapryles y Diablitos está oficialmente cerrado. Fue bonito mientras duró.

Nos leemos por ahí.

Chau.

Lunes musicales

Tardíos y apresurados, como todo últimamente. Y dedicados a mis amigas las rubias, las pobre, que ahora resulta que me tienen un cariño circunstancial. Cosas veredes, amigo Sancho. Oigan.

Buena semana!

Se confirma mi teoría

Este blog ha estado inaccesible durante todo el fin de semana. Los comentarios del post del meteorito se borraron "solos".

Yo lo dejo ahí.

Y en un ratito, los lunes musicales...

El meteorito is coming

Dos hombres llegan a la Luna. Primero baja uno y dice una frase emotiva para la posteridad y luego baja otro, que no se sabe muy bien qué hizo. Plantan la bandera en el suelo, recogen un montón de piedras y de arena, hacen lo que fueron a hacer y vuelven a la tierra. Punto. De eso hace ya cuarenta años, y los mismos cuarenta años llevan algunos con el guineo de que todo eso no fue más que un montaje, que nos tienen engañados, que nos hacían creer que aquellos dos señores se estaban paseando por el satélite, cuando en realidad estaban en un plató de televisión de Hollywood, o Wisconsin, o por ahí. Yo ya no intento argumentar en contra de estos conspiranoicos, no porque crea que tengan razón, ni mucho menos, sino porque ahora sufro en mis propias carnes la incomprensión de mis iguales, el vacío de los medios de comunicación (suerte que tengo este rincón semanal), las zancadillas del poder y el efecto luz de gas por parte de la comunidad científica.

Yo sé la verdad, lectores, y la voy a compartir con ustedes. Hace un par de semanas les hablaba de una suerte de efecto dos mil que estábamos viviendo con retraso. Pues bien, ni efecto dos mil ni chácaras gomeras. Esto se acaba señores, pero por culpa de un meteorito. No es la primera vez que esto ocurre. De hecho, hay documentos grabados en los que Bruce Willis, que en realidad era uno de los mejores hombres de la NASA, destruye una de estas rocas gigantes. En otra ocasión no pudieron hacer nada por impedir la colisión, y se montó una gordísima, con la marea subiendo a lo bestia e inundando ciudades enteras. Lo que pasa es que la Agencia Espacial, hábilmente, decidió usar el argumento de los conspiradores lunares, pero al revés: nos colaron las imágenes como si fueran unas simples películas de Hollywood, y de paso se sacaron unas perrillas.

Pero yo ya me cansé de callar. El meteorito es el culpable de que la gente ande deprimida, de que los ordenadores se cuelguen, de que se caigan los aviones y de muchas cosas más. Ah, porque es un meteorito magnético, ¿saben? y su poder aumenta según se acerca a nuestro planeta.

No puedo contarles más. Por miedo y por falta de espacio. Así que, siguiendo el ejemplo de Iker Jiménez, les dejaré ahí las pruebas, las evidencias, los accidentes aéreos, su propia tristeza y agotamiento y a Michael Jackson y Fidel Castro, que también están en el ajo. Lleguen ustedes a las conclusiones que tengan que llegar. Porque, en el fondo, que seas un paranoico no quiere decir que no te estén observando.

Lunes musicales

Les regalo hoy una pieza incalificable. A decir verdad, les iba a poner un capítulo de Pocoyó que me tiene absolutamente maravillada, pero como musical-musical no es, pues les pongo a Dona Summer y al mejor ballet de la historia, que se mueven casi con tanta gracia como Pato.

Buen lunes.

PD: qué carajo. les voy a poner también el capítulo de Pocoyó. Para que luego se quejen, desagradecidos.

El reencuentro

He pasado unos seis meses de abstinencia televisiva. No se trata de que me hiciera jipi, ni de un acto de protesta social ni nada de eso, yo soy mucho más básica. Mis obligaciones sociales y laborales hicieron que cada vez tuviera menos tiempo para estirar las patas en el sofá y que cada vez que tenía un ratito, prefiriera hacer mi propia programación, con series, programas, películas que había adquirido previamente en la mula. Tanto fue así, que se me había roto la antena y ni cuenta me había dado.

La semana pasada, decidí comprarme un sintonizador de TDT y retomar la relación con el bichejo. Yo me imaginaba algo así como una carrera a cámara lenta sobre la alfombra del salón, y terminar con un gran abrazo catódico, mientras de fondo sonaba la sintonía de alguno de mis programas favoritos. Pero nada más lejos de la realidad. Tuvimos un encuentro frío (cercano, eso sí, porque en la mudanza tiré a la basura el mando), un reconocernos poco a poco, más ella a mí que yo a ella. Había cambiado mucho en estos meses: ya no recordaba sus hábitos, ni los seres que la poblaban; no me eran familiares las cortinillas de los canales; despistada entre tanta oferta, era incapaz de recordar qué extraño magnetismo te tenía atada al sillón horas y horas; ni los anuncios entendía ya (el del avestruz que baila flamenco es el único que, a estas alturas, me sigue pareciendo sublime).

El caso es que me ha decepcionado un poco este reencuentro. Pero aún así, voy a darle otra oportunidad. Supongo que nos convertiremos, según pasan los días, en una de esas parejas de muchos años, con sus quejas, con sus reproches, pero que se aguantan por cariño, o por costumbre, no sé. Yo, de momento, estoy poniendo de mi parte para que las cosas vayan mejor: ya encargué por teléfono ese rodillo tan maravilloso que no gotea y que lo pinta todo tan rápido. Para que no se le ocurra quejarse de que cuando habla no la escucho.

Cuestión de método

Hace ya unos cuantos años, allá por el Pleistoceno, si medimos el tiempo según el sistema de referencia actual, se puso de moda el único juego de estrategia que ha conseguido engancharme: los Sims. Con el resto de juegos de este tipo nunca pude, la verdad. Carezco de la visión de conjunto esa que hay que tener para lograr los objetivos que te marcan, en lo que yo me armaba un castillito en una buena zona, ya las tropas enemigas habían descuartizado a todo mi ejército. Por el contrario, si, aprendiendo de mis errores, decidía prestarle más atención a mi escuadrón, lo único que conseguía era que se murieran ellos solos, por falta de avituallamiento (me había olvidado de cuidar la cosecha), por falta de un lugar donde cobijarse o por puro cansancio.

Con los Sims no fue muy distinto, la verdad, pero consiguieron tenerme enganchada una temporada. Tal vez porque era algo mucho más realista, era un simulador de vida, y supongo que me hacía sentir, por primera vez, y aunque fuera de forma virtual, que podía tomar mis propias decisiones, que yo era la dueña de mi destino y que tenía las riendas de mi vida. Justo por eso mi personaje las pasaba canutas de verdad. Para los que no lo conozcan, les diré que el juego consiste en crear personajes sims, y construirles una vida, concretarles unas aspiraciones, cumplir sus sueños: Vivir, con mayúsculas. Debes darles una casa, y abastecerlos con todo lo que sea necesario; debes, también, atender a todas sus necesidades: bañarlos, darles de comer, conseguirles u empleo en el que estén a gusto, hacer que lo mantengan, dormir, mantenerles una vida social activa... todo eso, que a simple vista parece tan fácil.

Mi primer personaje murió de la forma más tonta que uno se puede imaginar: no lo enseñé a cocinar, y el primer día que se metió en la cocina la quemó. Lo mandé a llamar a los bomberos sin darme cuenta de que había colocado el teléfono en la cocina, y ardió como una antorcha. No fue un bonito espectáculo, se lo aseguro. El segundo me duró algo más, pero también acabó en tragedia. Como con este lo que falló fue su vida social, decidí construirme una familia, y para qué fue aquello. Ahora, en vez de un personaje deprimido, triste frustrado y malhumorado, tenía cuatro, y ya no había nada que hacer. El padre perdió el trabajo, y se deprimió terriblemente. Aquella depresión le impedía encontrar un empleo nuevo, y las broncas con su mujer eran de órdago. Los niños andaban demasiado cansados y no rendían nada en el colegio, eso, cuando se levantaban para ir, que podía ser una vez a la semana, y así destrocé a la familia en un mes. Volví entonces al personaje soltero, pero nada mejoró. Ya en los ultimos coletazos de mi enganche me di cuenta de que mi vida virtual se parecía peligrosamente a mi vida real, y que mi personaje andaba teniendo los mismos problemas que yo. Era un problema de método, claramente y fue entonces cuando decidí que de simuladores nada, que ya tenía bastante conmigo, y abandoné el juego.

Me vuelven los Sims a la cabeza en estos tiempos medio revueltos que andamos viviendo. No sé ustedes, pero yo tengo últimamente la sensación de que nada va bien, de que estamos viviendo una suerte de Efecto Dos Mil con una década de retraso, de que nuestros personajes están dando los últimos coletazos. Es, quizás, la hora de que los que están jugando al simulador en el que se ha convertido este mundo real reinicien la partida.

Lunes musicales

Después de no sé ni cuántos días organizando mi mudanza, y haciendo cajas, y deshaciéndolas para tirar cosas porque me lo he pensado mejor, y volviéndolas a hacer y así. Pero no sé cómo, en este momento, y a pesar de haber hecho ya como seis cajas, hay por fuera la misma cantidad de cosas que había cuando empecé. Y creo que se ríen cuando me miran. 

(No sé cómo hilar el palique con esta canción, que es la que me apetecía poner hoy. Bueno, en realidad quería poner "el mundo que te rodea", pero no estaba en el tubo.)

Buen lunes!

PD: Si quieren actualizaciones más frecuentes, y paliques más mejores y más profundos y más divertidos, y una canción en cada post, entren aquí, pecadores. La Vívora sí que sabe.

Lunes musicales

No te digo ná y te lo digo tó.

¡Buen lunes!

Lunes musicales

¿Cómo dicen? ¿Que hoy no es lunes sino miércoles? Ah. ¿Y que llevo una semana y pico sin actualizar? Vale. ¿Qué van a hacer? ¿Detenerme?

Para que vean hasta dónde llega mi generosidad con ustedes, infradotados, les regalo esta joyita. Les doy, con ella, más que una canción. Les doy la oportunidad de que se explayen alabando la maravillosa realización del vídeo, el atrezzo (búsquenlo en el diccionario, catetos, que seguro que no saben ni lo que es), el maquillaje, la iluminación. Esto es cine en estado puro. Sin duda.

Buen lunes. Ja.

Post patrocinado por la más lagarta de las lagartas, La Lupe.

 

Dejarlo para mañana me parece precipitarse

"¡Esa desidia, Idaira, esa desidia!", repetía mi psicólogo, con una mezcla de desesperación y afán redentor. Mi madre lleva toda la vida llamándolo vagancia, y sabe, en el fondo, que no tiene remedio. Que ni todos los loqueros del mundo, por muchas palabras raras que usen, y por mucho teatro que le echen al asunto, y por más gravedad que pongan en sus afirmaciones, lo van a poder arreglar. El psicólogo, en parte porque tiene una fe incomprensible y en parte porque se le llena la cartera cada vez que voy, me da una serie de trucos para acabar de una vez por todas con "ese problemita que limita todo tu potencial anímico e intelectual". Yo me pregunto en qué momento mi madre dejó de tener fe en mí y también en qué momento fiché como terapeuta a Jorge Bucay. Decido buscar la respuesta en otro momento, porque ahora estoy muy cansada y tengo otras cosas que hacer. Tengo que escribir esta columna, por ejemplo. Y dos más. Y un par de textos para una página web, pero tengo la cabeza demasiado embotada. Mejor será que salga un rato a comprar dos regalos de cumpleaños que tengo pendientes. Pero no, porque total, en dos horas cerrarán todas las tiendas, y sólo me va a dar tiempo de comprar uno, y tendré que salir mañana a comprar el otro, así que mejor lo dejo y lo hago mañana todo a la vez. ¿Eso es desidia o vagancia? Yo, personalmente, creo que ninguna de las dos cosas. Que es, como mucho, sentido práctico. No sé qué argumentos voy a usar para defender esta teoría ante el psicólogo. Buscaré las dos palabras en el diccionario y prepararé mi argumentario. Bueno, mejor lo buscaré en Internet, que lo tengo más a mano. Y ya, de paso, voy a mirar el correo, que tengo la bandeja de entrada llenísima de correos que esperan respuesta y de avisos del facebook. Voy a mirar primero estos, que es más ligerito, y ya, de paso, hacer un par de test para ver qué personaje de barrio sésamo soy, o qué chica de oro, o cuál es mi profesión ideal (resulta que mi profesión ideal es "vago". ¿estarán intentando decirme algo?). Anda, también me sugieren que me haga fan de una página, a ver... "procrasting.org, contra la dictadura del tiempo". Qué diablos será eso de procrastinar... menos mal que está la wikipedia. Cierro las ventanas con la biografía de los actores de Barrio Sésamo (que abrí cuando el dichoso test) y busco la palabra en cuestión: procrastinar, según la RAE, viene del latín procrastinare, que significa diferir, aplazar. Sin embargo, parece que no sólo se trata de aplazar actividades en tiempo, sino de postergar las cosas importantes, por otras más irrelevantes y agradables. Ni desidia ni vagancia. Procrastinacion, que suena más bonito e importante. Voy a hacerme fan de esa página inmediatamente. Bueno, inmediatamente no. Mañana. O pasado.

Hasta yo soy eurovisable

Yo siempre he sido muy de Eurovisión, no puedo negarlo. A ver, no voy a presumir ahora de que soy uno de esos cocos privilegiados que se acuerdan de los puntos, y de las canciones de un año para otro y del representante de Chiquitistán del 96, y de la mala jugada que nos hizo Bielorusia en el 72, cuando estaba clarísimo que nos merecíamos el quinto puesto por lo menos y nos quitaron siete puntos en fuera de juego por motivos políticos. Más que nada porque yo soy incapaz de recordar cualquier cosa que haya sucedido entre mis dieciséis años y hace diez minutos. Pero, ah, ese festival de antes, de las dos cadenas, del punto solitario de Lidia, de la mitad de la Década Prodigiosa, porque todos no cabían en el escenario; de Anabel Conde, de Mikel Herzog, de Sergio Dalma, de Nina, de Mocedades y eres tú como el agua de mi fuente, del último puesto para Remedios Amaya, que ni dinerito para comprarse unos zapatos tenía.

Ese es mi festival, el de los grandes fracasos. Parece que ahora están intentando recuperarlo, pero sin querer, y que la culpa de que Soraya casi le quite el puesto de honor a "A quién maneja mi barca", la tiene ahora la política, y los eslavos, que se votan entre ellos y así no hay manera.

Estoy pensando recuperar mi vieja afición, pero con representantes de tan poco tirón no hay manera. Ver la actuación de la extremeña forrada de arriba a abajo de cachos de vidrio me apetecía tanto como darle de comer a un líquen. Demasiado mona, demasiado rubia, demasiado normal. Necesitamos un Paul Potts, una Susan Boyle, otra Rosa de España que nos despierten del letargo. Un cualquiera que nos remueva nuestras almas de burguesitos bienpensantes y nos haga exclamar de gozo:"¡Oh, qué talento, que bien canta!", reprimiendo, por supuesto, la continuación de la frase: (para lo bruto/fea/gorda que es...).

Se me ocurren bastantes candidatos que reúnen en sí mismos los tres adjetivos. Uno de ellos, además, ha perdido recientemente su trabajo en la radio desde la que daba clase todas las mañanas, con lo que seguro que acepta encantado la propuesta. Sólo habrá que enseñarlo a cantar, que dar el cante ya sabe él solito.

Lunes musicales

Ha sido una mala semana para las artes en general. Primero Antonio Vega, luego lo de Soraya, y ahora lo de Benedetti. Menos mal que Los Fabulosos Sol y Sombra compensarán el viernes todos los males.

De momento, los dejo con la piecita musical de los lunes, para que luego digan, lenguas de trapo. Ya sé que es triste como ella sola, y que mucho mejor recitada que cantada pero ¿qué quieren ahora?

Buen lunes!

Dios le da pan...

Yo no sé la rutina mañanera de todos ustedes, pero yo, según abro el ojo, aún sin despertarme del todo, lo primero que hago es lamentarme de la enorme injusticia que supone tener que abandonar mi colchoncito destartalado y calentito para tener que ir a trabajar. El angelito del hombro derecho dice, con una voz muy bajita, que casi no se oye, que venga, que arriba, que vas a llegar tarde, y el diablillo rojo del otro hombro dice a grito pelado entre acordes distorsionados de guitarra eléctrica que no, que ni de coña, que estás mala, que te quedes acostada, que, total, ya fuiste a trabajar ayer. Son precisamente esos guitarrazos los que terminan de despertarme (tengo que decirle al demonio ese que cambie de método, porque el fondo de su discurso me mola, pero no son formas), y es en ese mismo instante en el que todas mis energías se centran en maldecir al organismo ese de apuestas del Estado, y al azar, y a la señora que me sella las apuestas, porque sé que ellos son los culpables, que no entienden que yo necesito ser millonaria, pero lo necesito de verdad, y no ponen fe en mí. El siguiente paso de esta esquizofrenia mañanera es depositar todas mis esperanzas en el próximo sorteo y pensar el tamaño de la valla que impedirá las visitas inoportunas a mi finca aisladísima en los montes de Dinamarca o así de lejos.

Pero esta semana se ha introducido un nuevo elemento en esa rutina vital. Ahora, parte de las energías que antes dedicaba únicamente a lamentarme o a soñar medio dormida, la empleo en amontonar odio, incomprensión. Estupefacción, sorpresa e incredulidad. Todo ello dirigido a la misma persona: a la pedazo de tolla que se ganó 126 millones de euros nuevecitos en el Euromillones y, en vez de empezar a encargar temporadas completas de series, y libros, y películas, y muñecos gigantes de Doraemon, y Hello Kitty, y trajes de la guardia imperial en Amazon, y perderse del mundo, decidió ir a trabajar, por miedo a perder su empleo por la crisis. Encima de tonta, egoísta.

El próximo bote será mío, seguro, porque tengo fe. Y, yo, como la ganadora, iré al día siguiente a trabajar, como siempre.

PD. Esta columna está basada casi siempre en hechos reales. Esta semana más que nunca. Adivinen qué frase, de todas las anteriores, no tiene ninguna coincidencia con la realidad.

Lunes musicales

Pensaba saltármelos hoy, pero no puedo, porque la Rubia cumple años y tenía que dedicarle esto, porque es más maravillosa que nadie y me aguanta más que nadie, también. Felicidades!

Buena semana!

(Mañana les hablaré de una cosa, recuérdenmelo)

Lunes musicales

¡Eh! ¡Que todavía es lunes! ¡Y estoy a tiempo de colgar mi piecita musical!

Quiero dedicársela con todo mi... esto... sí, ya saben... bueno, que creo que a mi querido Martin Wittford (entren en su blog, losers) le va a encantar. Dudé entre ésta y la de Doraemon, pero no quería que el blog se me llenara de frikis (un beso, Frechín, un beso, Nacho).

Buena semana, y tal...

 

Los jóvenes son el futuro

Un adolescente de esos con los que me relaciono a veces me pregunta hoy:

-¿Susceptibilidad es lo mismo que idiosincrasia?

Y desde ese mismo momento estoy en la ventana esperando ver llegar a un profeta en un carro de fuego para anunciar el inminente fin del mundo. Porque eso era una clara señal, ¿no?

¡Extra, Extra!

¡Extra, Extra!

Lunes musicales bis

Ah, que tampoco quería dejarlos sin ver/oir esto. Mis amiguitos de Monstruobot presentaron el jueves su disco, todo lleno de cosas bonitas dentro de un sobre sorpresa, en el café del circulo de bellas artes. El disco en formato físico esta genial, las canciones son brutales, el vídeo de Automático mola mucho,  las camisetas son buenas, bonitas y baratas, aunque no haya para niñas. Pero la tortilla de Gonzalo... Casi me hago creyente, yo.

Buen lunes again.