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Alapryles y Diablitos

Un buen día.

Mi casa tiene goteras y anoche llovió. Salgo de mi cuarto sólo con los calcetines y piso un charco de agua helada, pero no me importa. Olvidé enchufar el termo por la noche, así que no me queda otro remedio que ducharme con un agua más helada que la del charco del pasillo, pero bueno, así salgo más despejada a la calle. No me queda café en casa, qué contrariedad. Corro por las escaleras y justo cuando cierro la puerta veo pasar por delante la guagua que me tiene que llevar al trabajo. Tendré que pagar doce euros por el taxi, aunque bien mirado, no está mal de vez en cuando permitirse estos lujos, y así, además, aprovecho para comprar tabaco. La máquina me informa amablemente de que mi marca habitual está agotada. “Nunca es tarde para probar algo nuevo”, pienso ilusionada, y pago un euro y medio más por una marca diferente. El taxista hace un recorrido por el panorama político actual, no entiendo qué es lo que lo tiene tan cabreado, todo va bien. Ya en el trabajo, me mancho mi suéter blanco con el primer café del día, pero en el fondo la mancha es bonita y hace juego con el color de mi bolso, en el que, por cierto, olvidé meter el cargador de mi Mp3. Hoy la música de Cadena Dial que suena en la oficina me parece celestial y nada de lo que me pase me pondrá de mal humor. Siempre es un buen día cuando Noe, mi librera de cabecera, me dice que ya tiene las revistas de historietas que le encargué.

2 comentarios

Yo misma -

Caramba...

la de cabecera -

un día como otro cualquiera, llego al curro y enciendo el ordenador. en el mesenger, algunos de mis contactos ya están en verde. me avisan y me dan los buenos días... y uno de ellos me ha dedicado un rincón en el periódico. ese día, que parecía uno cualquiera, se convierte en un día especial. gracias.