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Alapryles y Diablitos

Buen día para dejar de volar.

Buen día para dejar de volar.

Está nublado. Muy nublado, no se ve a tres palmos. Con un poco de suerte cancelan el vuelo, por favor, que se pose toda la niebla del mundo sobre este bendito aeropuerto, mamá, qué miedo. Mamá, es la última vez que te hago caso, no pienso volver al aeropuerto, así venga el Delta otra vez y sea el único sitio de toda La Laguna donde tomarse un café (puñetita verídica y además, cierta). Con lo tranquilita que voy yo en barco, mirando calderones. Tengo que pensar en otra cosa que me distraiga. A ver, pensaré en lo guapo que es ese chico y en lo bien que le queda esa camiseta. Igual si nos estrellamos llegamos a una isla desierta, como en ‘Lost’ y me lo ligo. Mierda, voy en la parte de atrás del avión y en la serie, los que sobrevivían iban, en su mayoría en la parte de delante. Vale, me cambiaré de sitio, pero ya, porque no quiero morir. Claro que si me cambio de sitio y el guaperas este no, no nos vamos a encontrar hasta el segundo capítulo de la segunda temporada o por ahí, y para ese entonces ya se lo habrá ligado la tetona esa que no para de mirarlo y que seguro que no tiene miedo, como yo. Aunque bueno, la tetona a lo mejor se muere. A lo mejor sólo sobrevivimos él y yo, cada uno en una punta del avión. Pero entonces, ¿qué hago yo sola durante los trece capítulos de la primera temporada? ¿Coger cabosos? Encima, con mi vértigo, sólo puedo subirme a los árboles con ramas, así que ya me puedo ir olvidando de los cocos. Mierda, mierda, esto se mueve demasiado, se va a partir por la mitad. Como la azafata me vuelva a mirar con condescendencia le meto un grito. ¿Cuánto tiempo podré sobrevivir comiendo bolsitas de frutos secos de Binter? ¿Será verdad eso que dicen de las almendras? Ojalá, y eso que salgo ganando, por lo menos. Esto se sigue moviendo, no, no se mueve ¡se cae! ¡en picado! Ésta no la contamos, ya está, finito, caput, se acabó, muertos o abandonados en una isla secreta entre Tenerife y Gran Canaria. ¿Por qué diablos sonríe la azafata cinco segundos antes de su muerte? ¡No le veo la gracia a morir estampada, soy joven! Vaya. A lo mejor sonríe porque ya estamos en tierra, y soy yo la única que sigue con el cinturón puesto y aferrada al asiento. Sólo lo siento por el guaperas. Otra vez será.

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El Señor -

(cara de pasmo)