Batman & Me
En más de una ocasión he reconocido en este espacio que Batman es mi superhéroe favorito. Me van a permitir que, aprovechando los últimos acontecimientos, vuelva sobre el tema (es que cuando cojo una matraquilla…).
Batman es mi favorito por varias razones. Quizás la más fácil de entender para los que no me conocen, ni saben los caminos surrealistas que pueden llegar a tomar mis razonamientos, es que es el único superhéroe completamente humano. Batman no necesitó picaduras de un bicho radiactivo, ni nacer en otro planeta, ni hay rastro de genes mutantes en su organismo. Es un ser humano normal, con sus traumas, sus conflictos y sus debilidades. (Me acabo de dar cuenta de que parezco María Magdalena en Jesucristo Superstar: “ya no soy la misma, soy otra mujer y él es un hombre más…”. Confío que sepan disculpar este momento).
Bueno, a lo que iba. A mí de Batman, como del cerdo, me gustan hasta los andares. Es un tipo con carácter, de esos difíciles atormentados que a las mujeres nos gustan tanto, aunque nos cueste reconocerlo. Me gusta su casa, su coche y su indumentaria. Me gusta su humor y su estilo. Me gustan sus adaptaciones cinematográficas, más las primeras que la última, pero bueno. Y de los actores que lo han encarnado mejor no hablamos, que me pongo mala. Además, nos ha regalado uno de los malos más malosos y encantadores de la historia, el gran Joker. Un héroe no puede elevarse a la categoría de gran héroe sin un gran contrincante, y Joker es el mejor, con permiso de Darth Vader. Jack Nicholson estaba inmejorable y Heath Ledger prometía, en la versión joven del payaso. Desgraciadamente, a éste último sólo podremos verlo en la próxima película del murciélago, porque fallecía la noche del martes en su casa de Nueva York. Y no puedo evitar pensar, sin asomo de humor negro, créanme, que esto es cosa del guionista, que con tanta secuela, precuela y secuela de la precuela, se lió y acabó cargándose al malo antes de tiempo. Una lástima.
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El Señor -