Blogia
Alapryles y Diablitos

Mejor que no pase

El día que la selección pasó de cuartos de final marcó un antes y después. No en la historia del deporte, al fin y al cabo, la historia la escriben los que ganan y ellos se habían quedado encajados en las semifinales contra la selección de Tombuctú, sino en la historia del periodismo (ahora que lo pienso, los periodistas también escriben su propia historia).

Todos los redactores de deportes, los comentaristas, los documentalistas y un ciclista que pasaba por allí se quedaron sin tópicos, sin frases hechas, sin victimismos, sin titulares recurrentes y tuvieron que ponerse a pensar. Así, de golpe, cuando ellos lo único que habían hecho en su vida laboral era cambiar un par de nombres propios (y ligarse a la hija de una conocida presentadora de televisión, pero quedaba feo ponerlo en el currículum). Tardaron días en saber qué decir. Tanto, que cuando supieron cómo narrar el triunfo (lo habían copiado y traducido de la prensa finesa, que siempre ganaba ese tipo de competiciones), era la hora de contar la derrota. Para eso sí tenían verbo.

Al más puro estilo Eva Hache, un beso para todos los periodistas deportivos

0 comentarios