Blogia
Alapryles y Diablitos

Lo que esperan de mí

Yo no sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero a mí a veces me agobia no  estar haciendo lo que se espera de mí. Deben ser reminiscencias de la educación cristiana, o algo, pero les juro que, en ocasiones, la congoja que siento por no ser a estas alturas de la vida lo que debería ser, o hacer lo que se supone que debería hacer pesa sobre mí como el universo entero.

No tener, a mis casi treinta años, ni hipoteca, ni carrera, ni oficio, ni beneficio, o no ser costilla de nadie, me machaca el hipotálamo, créanlo, porque en el fondo, una no es de natural tan despreocupado como ustedes pudieran creer, que tiene su corazoncito, y no quiere andar por ahí desilusionando a la gente que espera de mí cosas determinadas en un momento determinado. De todas formas, no se alarmen. Estoy aprendiendo a vivir con ello. Ya no me importa que mis padres, mi abuela y mis amigos estén decepcionados conmigo, ellos ya están acostumbrados. Pero hay otras personas que no, y que son ahora el principal motivo de mi desasosiego: los publicistas y los planificadores de medios. Verán, esta pobre gente se monta sus anuncios y los coloca donde creen más apropiado, cada uno de ellos dirigido a un sector concreto de la población, que es el que ellos creen que está viendo la tele en ese momento. Y yo, que soy así de tocanarices, a veces me veo metida en un target absurdo de potitos, y pañales, y cochazos, y fondos de inversión, que me hacen pensar seriamente que en ese momento yo no debería estar viendo la televisión. Y me siento culpable, qué quieren que les diga, porque yo no soy nadie para estar jodiendo el trabajo de los demás.

Afortunadamente, el otro día se me quitó esa sensación de golpe, y me reconcilié con el mundo y con mi vida y con todo (soy una mujer de extremos, ¿vieron?). Estaba con unos amigos sentada delante de la tele y nos faltó tiempo para salir pitando a por un happy meal, con su correspondiente figurita de star wars. Luego vinieron anuncios de sorteos de pasta por la cara, de jóvenes que se independizan, de Internet, de chocolate... y lo tomé como una señal. Ahora sí estaba haciéndolo bien. Claramente, estaba haciendo lo correcto viendo Gran Hermano y Factor X. Que nadie me diga nada.

5 comentarios

Cuinpar -

Gracias por el consejo, David. Envidio que tenga usted un oficio (yo tengo un empleo, que no es lo mimo, pero de momento paga las facturas), y fíjese lo loquita que ando que hasta le envidio su hipteca.
A pesar de todo, soy moderadamente feliz. la gente sencilla, que se conforma con cualquier cosa ;-p
Un saludo, y gracias por la visita, está usted en su casa!

BroderYon -

Hola, Idaira. Acabo de leer tu columna en el EVS y no he podido resistir el escribirte. Tengo más de 30 años, oficio, hipoteca, etc., y siento lo mismo que tú muchas veces. O sea, que da igual lo que los demás esperen de ti, mientras tú creas que haces lo correcto con tu vida según lo que quieras hacer con ella.
Sé que no soy nadie para decirte ésto, ya eres mayorcita, pero joder, me he sentido identificado con lo que has dicho.
Sólo intenta ser feliz con los pequeños momentos de cada día. Ahí es donde está la felicidad.

Un saludo, David.

Lupe -

Tú espérate unos añitos; verás qué alegría cuando se pongan a venderte laxantes en todas sus manifestaciones, antihemorroidales, diuréticos (con el eufónico nombre de 'Ymea'), compresas especiales para las pérdidas de orina y adhesivos para la dentadura postiza...

Cuinpar -

A eso me he visto reducida, querido.
Sorprendentemente, y a pesar de mi noble profesión de estanquera y mi firme dedicación a la venta de polladas, no. Me resisto firmemente (fundamentalmente porque no tengo espacio en casa) a la compra de fascículos intergalácticos...
Beso!

Conache -

Que triste no ser más que un target... ¿y las maquetitas de naves starwars por fascículos?
¿ya tienes tu xwing?