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Alapryles y Diablitos

Ordenar el caos

A menudo hablo con mi grupo de amigos sobre los miedos, las inquietudes, las inseguridades y todas esas cosas de adulto que le dan a uno cuando trae un vástago al mundo. Los que no tenemos (y no tenemos intención, de momento, añado) le preguntamos a los que sí, que cada vez son más, hablamos sobre pañales, potitos, el tiempo que hace que no van al cine, las borracheras que ya no se cogen. Pero también nos ponemos intelectuales, hablamos sobre teorías educativas, pedagogos, métodos, sicologían infantil con una soltura y una claridad de conceptos que si Piaget levantara la cabeza nos estamparía contra el piso, por enterados.

Supongo que a nuestros padres les pasaría lo mismo, pero a la vista está que obras son amores, y no buenas razones. Uno puede tener la intención de que un hijo le salga listo, simpático, colaborador, amistoso, emocionalmente estable, amable con las viejitas y con dos carreras de ciencias, y se propone esto desde el primer mes de embarazo, e intenta encaminar sus acciones, sus enseñanzas, sus influencias, por ese camino, y le pone musiquita de Mozart, que es relajante y estimula el crecimiento intelectual, y lo enseña a compartir sus juguetes con sus amiguitos del parque, y le lee cuentos con moraleja y lo hace pensar. Pero al final les sale una criatura hostil con el resto de la especie humana, que se hace la dormida para no cederle el asiento a las viejas en el tranvía, que se gasta la mitad del sueldo del mes en sicólogos, que sólo tiene una carrera de letras sin terminar y que, para colmo, tiene cierta querencia por los tangos, la copla, y el drama en general. Y se preguntan qué pasó, en qué fallaron, en que momento se torció todo y cómo podrán devolver a la oveja al redil, porque tienen la profunda convicción de que eso es posible todavía a estas alturas.

Tim Berners Lee es un americano común que está teniendo este problemita ahora. Él tuvo a Internet, que es una hijita, rubia, maravillosa, lista y capaz, pero que empezó a putear hace un par de años y ahora se ha convertido en toda una lagarta que sale por las noches, bebe, fuma y llega desmaquillada y despeinada a casa por la mañana. Algunos amigos con altos cargos y experiencia, han intentado la solución, y dicen que hay que meterla en vereda, que todavía se puede, que le prohíba salir con esos amigos de mal vivir que tiene y que le recorte la paga. El bueno de Tim dice que sí, que hay que organizarla, de acuerdo. Pero sólo para que pueda recordar dónde dejó aparcado el coche la noche anterior.

5 comentarios

Raphael -

¡Joder con la chica que sólo tiene una carrera de letras sin terminar! Como siegas escribiendo así de bien. Las tonterías que pongo aquí van a estar fuera de lugar (si no lo están ya).

BroderYon -

Yo tripití COU y dejé la Universidad cuando iba por el cuarto año.

La banca gana.

LaURa -

Qué grande, Alapriles!!!!

Cuinpar -

Eh! ¡QUe no hablo de mí! ¡Que hablo de una amiga que yo tengo!

La rubia -

¿De verdad te quieren volver al redil? Pensé que te habían dejado por imposible