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Alapryles y Diablitos

El reencuentro

He pasado unos seis meses de abstinencia televisiva. No se trata de que me hiciera jipi, ni de un acto de protesta social ni nada de eso, yo soy mucho más básica. Mis obligaciones sociales y laborales hicieron que cada vez tuviera menos tiempo para estirar las patas en el sofá y que cada vez que tenía un ratito, prefiriera hacer mi propia programación, con series, programas, películas que había adquirido previamente en la mula. Tanto fue así, que se me había roto la antena y ni cuenta me había dado.

La semana pasada, decidí comprarme un sintonizador de TDT y retomar la relación con el bichejo. Yo me imaginaba algo así como una carrera a cámara lenta sobre la alfombra del salón, y terminar con un gran abrazo catódico, mientras de fondo sonaba la sintonía de alguno de mis programas favoritos. Pero nada más lejos de la realidad. Tuvimos un encuentro frío (cercano, eso sí, porque en la mudanza tiré a la basura el mando), un reconocernos poco a poco, más ella a mí que yo a ella. Había cambiado mucho en estos meses: ya no recordaba sus hábitos, ni los seres que la poblaban; no me eran familiares las cortinillas de los canales; despistada entre tanta oferta, era incapaz de recordar qué extraño magnetismo te tenía atada al sillón horas y horas; ni los anuncios entendía ya (el del avestruz que baila flamenco es el único que, a estas alturas, me sigue pareciendo sublime).

El caso es que me ha decepcionado un poco este reencuentro. Pero aún así, voy a darle otra oportunidad. Supongo que nos convertiremos, según pasan los días, en una de esas parejas de muchos años, con sus quejas, con sus reproches, pero que se aguantan por cariño, o por costumbre, no sé. Yo, de momento, estoy poniendo de mi parte para que las cosas vayan mejor: ya encargué por teléfono ese rodillo tan maravilloso que no gotea y que lo pinta todo tan rápido. Para que no se le ocurra quejarse de que cuando habla no la escucho.

2 comentarios

Locafatal -

Cuinpar: ven a mi casa a estrenar el rodillo y te compro, a cambio, un mando universal del Carrefour. Y dime cómo es el anuncio ése del avestruz flamenco, que ahora que tengo el imagenio sólo veo CSI y más CSI. Le estoy cogiendo un coraje a Horatio...

Elisa -

Dale tiempo, estas cosas nunca son fáciles. Las rupturas, después de tantos años, son dolorosas. Y las segundas oportunidades, complicadas. Para empezar deberías comprarle un buen mando, uno con muchas luces de colores y botones. Y llevártela a cenar a un sitio caro. Eso sí, ¡que te ayude alguien a cargarla, que se ha puesto hecha una foca!