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Alapryles y Diablitos

Agitado, no removido

Hoy es uno de esos pocos días en los que me he levantado después de las siete. A decir verdad, mucho después, a una hora casi obscena, que no voy a confesar. Aunque no me agrada del todo, he desayunado en la cama, un desayuno de campeones, y mucho líquido, que es lo que se recomienda en mi estado. A pesar de que he intentado seguir mi rutina habitual (lectura de prensa en Internet, ojeada rápida al mail y respuesta a algún correo urgente), y, de paso, ponerme con un poco de curro que tengo atrasado, no he podido resistir la tentación de volver a meterme entre las sábanas, mientras por mi cabeza sólo pasaban todas las explosiones que he visto en el cine. Quiero ir con mi mamá, y que me cuide, aunque la experiencia me dice que estar acompañada por la santa autora de mis días en este momento sería peor que la enfermedad. Alguien intenta mantener una conversación coherente conmigo en un idioma extranjero, como si fuera posible pensar en una lengua que no es la tuya mientras luchas para que el alien deje de jugar a ser Maradona en tu estómago. Se excusa diciendo que es que hoy no entiende mi español, porque no sabe que en realidad no estoy hablando español, mi cerebro y mi cuerpo no se ponen de acuerdo, y sólo consigo articular una serie de sonidos que más parecen pársel que otra cosa. El idioma de las serpientes me recuerda a Harry Potter quejándose de que le duele su cicatriz de la cabeza. ¿Qué sabrá ese niñato lo que es un dolor de cabeza? Ya me gustaría verlo en mi lugar, sufriendo la resaca de unas cuantas cervezas, no sé cuántos Martinis y un Martínez muy pesado. Y ponte a convocar un Patronus, o a intentar un expelliarmus así. Si Voldemort conociera esa mezcla letal, otro gallo le cantaría. Seguro.

2 comentarios

astroyorch -

Lo corroboro Ñor... esta chica está fatal del calamar...

El Ñor -

Fatal, tú... xDDD