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Alapryles y Diablitos

No se lo tomen en serio

A ver si nos vamos enterando: los refranes  y las frases hechas están muy bien para usarlos en el momento oportuno. Es la manera en la que los cortos de reflejos y los de pensamiento lento podemos demostrar un poquito de ingenio de vez en cuando, por eso yo misma tengo un extenso repertorio, heredado de mis abuelos, y hago uso de él en cuanto tengo oportunidad. Aparte de hacernos parecer ingeniosos, nos libera del enorme yugo que supone tener que construir una frase entera como respuesta en una conversación que nos está produciendo un tedio absoluto. Pero no hay que pensar que lo que dicen sea cierto. No es verdad, por ejemplo, eso de que lo que no te mata te hace más fuerte, o lo de que lo que no mata engorda y en la barriga no estorba. Un macetazo en la cabeza puede no matarte, pero de ahí a hacerte más fuerte... igual te deja más lelo que al tonto de mi pueblo; de la misma manera que un vaso de agua de un grifo de una calle de El Cairo puede no matarte, aunque engordar, lo que se dice engordar, no creo que te haga engordar mucho una gastroenteritis de esas que te dejan pensando por qué agujero vas a empezar a perder tu dignidad. ¿Y que me dicen de esa que dice: "el niño que nace barrigón, ni aunque lo fajen de chico"? Usada metafóricamente tiene un pase, pero qué quieren que les diga, literalmente me parece hasta un poco fascistoide.

Lo que quiero decir con todo esto, lectores, es que las cosas casi nunca hay que tomárselas al pie de la letra. Las palabras existen para jugar con ellas, y detrás de una palabra desagradable puede existir una muestra del más profundo afecto, lo mismo que detrás de un texto cargado de mala leche, de generalizaciones y de estereotipos puede haber un intento, más o menos eficaz, de reírse del mundo. Sólo hay que saber verlo de la manera apropiada.

Y termino aquí la columna de esta semana, porque lo breve, si bueno, dos veces breve. ¿O era al revés?

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