No con sus hijos
Ayer sufrí la penosa experiencia de almorzar con unos amigos en un restaurante al aire libre atiborrado de gente que arrastraba a sus niños sicóticos por todos lados. Pude sobrevivir porque no dejaba de pensar en qué pasaría si sucediera una tragedia allí en ese mismo instante.
La gente que tiene niños debería mudarse a una isla perdida en el Pacífico, junto con otra gente que también tenga niños. Y deberían dejarnos en paz a los que cargamos solamente con nuestro cuerpo por el mundo, amargados -quizás-, pero sin lastres que perturben las vidas de los otros. Sólo pido eso. Que me dejen vivir como lo que soy, una persona que ha decidido no expulsar ningún ser vivo de su útero, aun a riesgo de ser considerada una de las causantes de que nuestra especie se esté yendo al carajo. Nuestra especie no puede irse más al carajo, sépanlo, porque ya está mucho más allá de él.
Ayer entendí un poco más a esos yanquis loquitos que van a lugares públicos armados hasta los dientes y ejecutan enormes masacres sin titubear.
3 comentarios
Antigonilla -
Cuinpar -
Esther -