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Alapryles y Diablitos

Hasta yo soy eurovisable

Yo siempre he sido muy de Eurovisión, no puedo negarlo. A ver, no voy a presumir ahora de que soy uno de esos cocos privilegiados que se acuerdan de los puntos, y de las canciones de un año para otro y del representante de Chiquitistán del 96, y de la mala jugada que nos hizo Bielorusia en el 72, cuando estaba clarísimo que nos merecíamos el quinto puesto por lo menos y nos quitaron siete puntos en fuera de juego por motivos políticos. Más que nada porque yo soy incapaz de recordar cualquier cosa que haya sucedido entre mis dieciséis años y hace diez minutos. Pero, ah, ese festival de antes, de las dos cadenas, del punto solitario de Lidia, de la mitad de la Década Prodigiosa, porque todos no cabían en el escenario; de Anabel Conde, de Mikel Herzog, de Sergio Dalma, de Nina, de Mocedades y eres tú como el agua de mi fuente, del último puesto para Remedios Amaya, que ni dinerito para comprarse unos zapatos tenía.

Ese es mi festival, el de los grandes fracasos. Parece que ahora están intentando recuperarlo, pero sin querer, y que la culpa de que Soraya casi le quite el puesto de honor a "A quién maneja mi barca", la tiene ahora la política, y los eslavos, que se votan entre ellos y así no hay manera.

Estoy pensando recuperar mi vieja afición, pero con representantes de tan poco tirón no hay manera. Ver la actuación de la extremeña forrada de arriba a abajo de cachos de vidrio me apetecía tanto como darle de comer a un líquen. Demasiado mona, demasiado rubia, demasiado normal. Necesitamos un Paul Potts, una Susan Boyle, otra Rosa de España que nos despierten del letargo. Un cualquiera que nos remueva nuestras almas de burguesitos bienpensantes y nos haga exclamar de gozo:"¡Oh, qué talento, que bien canta!", reprimiendo, por supuesto, la continuación de la frase: (para lo bruto/fea/gorda que es...).

Se me ocurren bastantes candidatos que reúnen en sí mismos los tres adjetivos. Uno de ellos, además, ha perdido recientemente su trabajo en la radio desde la que daba clase todas las mañanas, con lo que seguro que acepta encantado la propuesta. Sólo habrá que enseñarlo a cantar, que dar el cante ya sabe él solito.

4 comentarios

BroderYon -

Me encanta tu no-escondida mala leche.

Yo dije en un foro de llevar el año próximo a la antítesis eurovisiva, alguien tipo Pedro Guerra: feo, sin vidrios pegados al cuerpo, descalzo, vaqueros y camiseta, guitarra y voz. Seguro que quedábamos entre los diez primero, nada más que por el cante.

Deberían hacerme caso; yo dije que este año ibamos a terminar peor que el chiki de los cojones, y acerté de pleno. Hasta los puntos de Andorra me dolieron en el alma... al día siguiente, por supuesto, que yo no tengo tele.

Blanco

Elisa -

Pues para no tener memoria...

Cyrill Collard -

Entonces habría que llamarlo horrorvisión.

La rubia -

Maaaaala!!!